miércoles, 17 de marzo de 2010

Respuesta de Alan Woods: a Teodoro Petkok o lo que es lo mismo una lección particular a la oposición radical que no quiere aprender

Estimado Teodoro Petkoff,

Leí con gran sorpresa su artículo del 2 de marzo, en el que presenta un

cuadro totalmente incorrecto tanto de las ideas que defiendo como de mi

relación con el Presidente Chávez. Usted empieza su artículo diciendo: “El

más reciente asesor político de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y

trotskista”.



En la primera frase usted comete dos errores. ¡No está mal para empezar! En

primer lugar, Alan Woods no es inglés sino galés. En segundo lugar Alan

Woods nunca ha sido requerido como asesor del Presidente Chávez. Sin

embargo, según usted, no sólo soy asesor del Presidente, sino también su

“nuevo mentor ‘espiritual’”, algo que ni siquiera sé lo que significa.



Quizás no se ha dado cuenta que vivo en Londres y no en Caracas. En las

ocasiones en que he visitado esa ciudad, he tenido algunas conversaciones

con el Presidente, pero ese es todo el contacto directo que ha habido entre

nosotros. La última vez que le vi fue en Copenhagen en diciembre, pero

literalmente sólo por unos minutos, ya que las “democráticas” autoridades

danesas sabotearon la reunión que estaba prevista con sindicalistas daneses,

en la que yo estaba presente.



Es cierto que el Presidente Chávez en más de una ocasión ha recomendado mis

libros, específicamente Razón y Revolución y más recientemente Reformismo o

Revolución, que, por las citas en su artículo, parece que también usted ha

leído. Este segundo libro contiene una crítica a las ideas reformistas que

defiende Heinz Dieterich. Usted también critica a Dieterich, pero está claro

que lo hacemos desde dos extremos opuestos del espectro político y por

razones totalmente diferentes.



Obviamente, me complace que mis libros hayan sido recomendados por el

Presidente, que es uno de los pocos dirigentes políticos del mundo que tiene

un interés por las ideas y la lectura. Creo que hubo un tiempo en el que

incluso usted leía libros marxistas. Pero asumo que en el pasado más

reciente se habrá sentido más cómodo en la compañía de George Bush, que sólo

ha leído el Primer Libro del Génesis, y ni siquiera lo terminó.



Usted añade que el “*trotsko Alan Woods, […] le ha obligado [a Chávez] a

‘asumir el marxismo y el leninismo’. Woods, aparentemente, le convenció de

que en lugar de seguirse caletreando el pesado ladrillo de Meszaros le salía

leerse el propio clásico de Karl Marx, El Capital, pero, de paso, en una

traducción mejor que la que le regaló Alí Rodríguez*”.



Por supuesto que recomendaría la lectura de El Capital de Marx a cualquiera,

pero nunca he tenido ocasión de recomendárselo al Presidente Chávez. Esta es

una más de las invenciones de su creativa imaginación. Tampoco tiene ninguna

base la afirmación de que yo obligué al Presidente de Venezuela a “asumir el

marxismo y el leninismo”. Cualquier que sepa algo sobre Hugo Chávez, sabrá

que no es fácil obligarle a hacer nada. Usted dice que: “Woods es un

reivindicador del ‘marxismo-leninismo’ y seguramente espera que muy pronto

su pupilo se declare como tal y no como un mero ‘marxista’”.



Presentar al Presidente Chávez como un pupilo mío, o de cualquier otro, es

otro intento de implicar que es un hombre sin inteligencia ni opiniones

propias. Es más, lo que se insinúa es que el Presidente está controlado por

un extranjero. Yo podría responder que la oposición venezolana ciertamente

está controlada por extranjeros… en Washington.



Pero eso es totalmente falso en el caso del Presidente Chávez. Lo cierto es

que tiene opiniones propias bastante fuertes, y no es pupilo de nadie ni se

subordina a nadie. Chávez es un hombre que escucha, lee y aprende. De las

conversaciones con diferentes personas y de sus propias lecturas extensas se

forma una opinión y decide. Rechaza unas ideas y abraza otras.



Sus puntos de vista han evolucionado gradualmente sobre la base de la

experiencia. Lo mismo se puede decir de millones de hombres y mujeres para

quienes los últimos diez años han sido una amplia escuela en la que han

aprendido más que en cualquier otro momento.



Ha habido errores y giros equivocados, pero al final, los instintos

revolucionarios de las masas han demostrado ser un compás firme que apunta

en una sola dirección: la necesidad de un cambio fundamental. Esto es lo que

preocupa a la clase que usted representa.



El tono irónico y jocoso de su artículo es una máscara que esconde una

profunda preocupación por la evolución política tanto del Presidente Chávez

como del movimiento que dirige. Lo que usted no puede entender o aceptar es

que la evolución política de Hugo Chávez sea el resultado de conclusiones

que ha sacado de su propia experiencia de la revolución misma.



El motivo de sus quejas es que Hugo Chávez ha evolucionado políticamente, y

que esa evolución ha sido hacia la izquierda, reflejando el movimiento hacia

la izquierda de las propias masas. Este hecho se puede expresar en el auge y

caída, no sólo de los asesores del Presidente, sino también de los partidos,

dirigentes y tendencias en el movimiento bolivariano. Tales cambios se han

observado siempre en cualquier revolución en la historia. Permítame citar lo

que el gran revolucionario ruso



León Trotsky dijo al respecto:



“*Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad

nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir

soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de cada clase tiene

un programa político, programa que, sin embargo, necesita todavía ser

sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas.

El proceso político fundamental de una revolución consiste precisamente en

que esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la crisis social en

que las masas se orientan de un modo activo por el método de las

aproximaciones sucesivas. Las distintas etapas del proceso revolucionario,

consolidadas pro el desplazamiento de unos partidos por otros cada vez más

extremos, señalan la presión creciente de las masas hacia la izquierda,

hasta que el impulso adquirido por el movimiento tropieza con obstáculos

objetivos. Entonces comienza la reacción: decepción de ciertos sectores de

la clase revolucionaria, difusión del indeferentismo y consiguiente

consolidación de las posiciones adquiridas por las fuerzas

contrarrevolucionar ias. Tal es, al menos, el esquema de las revoluciones

tradicionales* .” (Historia de la Revolución Rusa , prólogo)



Estas líneas expresan perfectamente el proceso que se ha desarrollado en

Venezuela durante más de una década. En un primer momento, el movimiento

bolivariano carecía de un programa revolucionario e ideología coherente. No

avanzaba el objetivo de la transformació n socialista de la sociedad, sino

sólo un programa de revolución democrático-burguesa . Sin embargo, incluso

eso era demasiado para la reaccionaria, corrupta y voraz oligarquía

venezolana, que en abril del 2002 organizó un golpe contra el gobierno

democráticamente elegido.



Usted dice:



“*Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de la

URSS; unas ánimas solas que andan buscando patrocinador para seguir

pontificando sobre el ‘marxismo-leninismo’ y ‘la revolución’ desde sus

púlpitos polvorientos y cruzados de telarañas*”. Y luego afirma que el

marxismo y el leninismo son lo mismo que el estalinismo. Por lo tanto, asume

que el sistema que yo defiendo es el que existió en la URSS antes de 1990.

Eso es completamente falso. Si se hubiera tomado la molestia de leer lo que

he escrito en los últimos 50 años, estaría enterado de que nunca he

defendido ese sistema, y que siempre me he opuesto al estalinismo. ¿Acaso

usted puede decir lo mismo



El intento de asociar la idea de una democracia obrera defendida por Lenin y

Trotsky con el régimen totalitario de Stalin y sus herederos es una

distorsión que no tiene ninguna base, ni en la teoría marxista ni en los

hechos. El estalinismo y el bolchevismo son mutuamente excluyentes. Y eso se

puede demostrar de manera simple con el siguiente hecho: para poder

consolidar su dictadura, Stalin tuvo que exterminar a todos los viejos

dirigentes bolcheviques, incluyendo a Trotsky. Un río de sangre separa el

estalinismo del leninismo.



Por lo tanto es bastante divertido leer que “*ni una sola palabra de las que

[Alan Woods] dice contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se jacta

de ser apenas un salmodiador de clichés...*” Usted sabrá, por supuesto, que

todo lo que ha escrito sobre la supuesta identidad entre el leninismo y el

estalinismo es simplemente una repetición de un cliché repetido ya mil veces

anteriormente.



Ciertamente no hay una sola palabra de las que usted profiere que contenga

una idea nueva o renovadora. Es más, lo que dice es falso. En los últimos 20

años, los enemigos del socialismo no se han cansado de repetir la misma

mentira: que el colapso de la Unión Soviética representa el fin del

socialismo (e incluso el fin de la historia).



Pero lo que fracasó en la URSS no era en absoluto el socialismo tal y como

Marx o Lenin lo hubieran entendido. Lo que fracasó fue una caricatura

totalitaria y burocrática del socialismo. El socialismo es democrático o no

es nada. Nosotros defendemos la democracia: una auténtica democracia en la

que los millones de obreros y campesinos, que son la aplastante mayoría en

Venezuela y otros países, tomen control de la gestión de la sociedad a todos

los niveles: de las fábricas, la tierra y el Estado.



Este es precisamente el mensaje en el libro de Lenin El estado y la

revolución, que Chávez citó en la apertura del congreso extraordinario del

PSUV (sin necesidad de que yo le obligara). “*Con esas antiguallas de Alan

Woods no se puede construir una nueva sociedad sino hacer aún más gorda la

tremenda torta que está poniendo Chacumbele. Es como confundir la astronomía

con la astrología o creer que la Tierra es plana*”. Las ideas del marxismo

son “antiguallas”. Disculpe, pero esto no es precisamente una idea nueva ni

renovadora.



Ha sido repetida insistentemente en los últimos 150 años, y todavía se sigue

repitiendo. Uno se pregunta, ¿¡por qué se molestan!? Si el marxismo

realmente está muerto, ¿por qué no dejarle que descanse en paz? ¿Por qué

tanta preocupación por una idea que es una antigualla? Lo que es realmente

una antigualla, señor Petkoff, es el sistema capitalista, la llamada

“economía de libre mercado” que se encuentra en una crisis sin precedentes a

escala mundial. Es suficiente señalar que en este momento los grandes bancos

y las grandes empresas en los EE.UU. y en los demás países capitalistas sólo

sobreviven porque se aguantan en las muletas del Estado.



Se han entregado billones de dinero de los contribuyentes a los bancos,

mientras se afirma que no hay dinero para las pensiones, hospitales o

escuelas. Por cierto, veinte años después de la caída del Muro de Berlín, El

Capital de Marx es de nuevo un éxito de ventas en Alemania.



Evidentemente Alan Woods y Hugo Chávez no son los únicos en todo el mundo en

interesarse por estas “antiguallas”. Y la verdad es que estas ideas ofrecen

una explicación mejor del mundo moderno que las de todos los economistas y

políticos burgueses juntos. Muy gentilmente nos da lecciones sobre cómo

construir una nueva sociedad. Pero la oposición a la que pertenece no está

en absoluto a favor de construir una nueva sociedad. Al contrario, quiere

arrastrar a Venezuela al pasado, desmantelar todas las reformas sociales y

democráticas de los últimos diez años que han dado esperanza a millones de

ciudadanos venezolanos que estaban excluidos, marginados, engañados y

explotados bajo el viejo régimen.



Bajo la falsa “democracia” de la IV República , el pueblo tenía el derecho a

votar por los candidatos de dos partidos que tenían nombres diferentes pero

representaban los mismos intereses de clase –los intereses de un puñado de

familias ricas que consideraban a Venezuela como su propiedad privada–.

¿Acaso hemos olvidado el Caracazo, cuando el gran “demócrata” Carlos Andrés

Pérez ordenó al ejército disparar sobre hombres y mujeres desarmados en las

calles de Caracas?



¿Es esa la nueva sociedad que ofrecen?



Si hay problemas en Venezuela no es porque la revolución haya ido demasiado

lejos, sino porque no ha avanzado todavía suficientemente. Para poner fin al

desempleo, la inflación y el caos hay que expropiar a la oligarquía,

nacionalizar la tierra, la banca y las grandes industrias, para crear una

economía socialista planificada democráticamente.



Es irónico leer hoy las protestas “democráticas” de la oposición venezolana.

Ustedes son los mismos que organizaron el golpe contrarrevolucionar io en

abril del 2002. Si hubieran triunfado, ¿cuál hubiera sido el resultado?

Usted habla de las supuestas ideas “nazi-fascistas” de uno de los supuestos

asesores de Chávez. No conozco las ideas de la persona a la que se refiere,

pero sí estoy familiarizado con los objetivos de los organizadores del golpe

del 2002 para llegar a la conclusión de que su descripción sería más

adecuada si se la aplicara a ellos. Pero eso no lo va a hacer, porque, hasta

la fecha, usted está en un bloque político con ellos. Como dice el

proverbio: dime con quién andas y te diré quién eres.



*Woods pertenece a la Corriente Marxista Internacional

---------------------------------------------------------------------





*Éste es el texto del editorial de TalCual: LOC@DeMia “SOCIALISTA: *



El más reciente asesor político de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y

trotskista. Desde los tiempos en que el Gran Ideólogo se inspiraba en el

famoso Oráculo del Guerrero, que no mencionó más nunca después que Boris

Izaguirre hizo público que se trataba de una suerte de breviario gay,

Chacumbele ha contado con los más disparatados y contradictorios “asesores”.

Primero fue el argentino Norberto Ceresole, quien terminó botado del país

cuando Miquilena alertó a Chávez acerca de las ideas nazifascistas y

antisemitas de tal “teórico”.



Pero Chacu le compró algo de su quincalla: la idea antidemocrática de la

relación directa del líder con el pueblo, prescindiendo de cualquier

mediación institucional que no fuera la Fuerza Armada. Líder, Pueblo,

Ejército: eso le encantó. Luego fue un charlatán alemán, Heinz Dieterich,

inventor del concepto “socialismo del siglo XXI”, que el tal Woods considera

(y en eso habría que darle la razón) que “tiene una gran ventaja, ¡nadie

tiene la más mínima idea de lo que eso significa!” Lanzado Dieterich al pote

de la basura, no se sabe bien por qué, Chacumbele cogió un sarampión con el

marxista húngaro Istvan Meszaros, traducido por Jorge Giordani. No ha vuelto

a mentar a Meszaros, porque ha acogido como nuevo mentor “espiritual” al

trotsko Alan Woods, que lo ha obligado a “asumir el marxismo y el

leninismo”.



Woods, aparentemente, lo convenció de que en lugar de seguirse caletreando

el pesado ladrillo de Meszaros le salía leerse el propio clásico de Karl

Marx, El Capital, pero, de paso, en una traducción mejor que la que le

regaló Alí Rodríguez. Woods es un reivindicador del “marxismo-leninismo” y

seguramente espera que muy pronto su pupilo se declare como tal y no como un

mero “marxista”.El primer paso fue “asumir” el marxismo y recomendar la

lectura de un folleto de Lenin, El Estado y la Revolución.



Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de la

URSS; unas ánimas solas, que andan buscando patrocinador, para seguir

pontificando sobre el “marxismo-leninismo” y “la revolución” desde sus

púlpitos polvorientos y cruzados de telarañas. Ni una sola palabra de las

que dice contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se jacta de ser

apenas un salmodiador de clichés, con la excusa de que la rueda ya fue

inventada y él no va a crear nada nuevo, porque ya todo está dicho en el

“marxismo-leninismo” .



Este –alguien tendría que hacerle el favor a Chacumbele de enterarlo– es un

invento de Stalin (quien, además, le agregó su propio nombre al engendro,

“marxismo-leninismo- stalinismo” , suprimido después por sus herederos), que

no tenía otro propósito que operar como el catecismo dogmático de esa suerte

de religión laica en que se transformó el marxismo en la Unión Soviética y

en todo el casi desaparecido movimiento comunista mundial.



El “marxismo-leninismo” terminó siendo una pesada guaratara ideológica que

los supuestos dueños de la Verdad , los comunistas, lanzaban a las cabezas

que se atrevían a pensar por cuenta propia. Con esas antiguallas de Alan

Woods no se puede construir una nueva sociedad sino hacer aún más gorda la

tremenda torta que está poniendo Chacumbele. Es como confundir la astronomía

con la astrología o creer que la Tierra es plana.



*Firmado por Teodoro Petkoff*

No hay comentarios:

Archivo del blog