Estimado Teodoro Petkoff,
Leí con gran sorpresa su artículo del 2 de marzo, en el que presenta un
cuadro totalmente incorrecto tanto de las ideas que defiendo como de mi
relación con el Presidente Chávez. Usted empieza su artículo diciendo: “El
más reciente asesor político de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y
trotskista”.
En la primera frase usted comete dos errores. ¡No está mal para empezar! En
primer lugar, Alan Woods no es inglés sino galés. En segundo lugar Alan
Woods nunca ha sido requerido como asesor del Presidente Chávez. Sin
embargo, según usted, no sólo soy asesor del Presidente, sino también su
“nuevo mentor ‘espiritual’”, algo que ni siquiera sé lo que significa.
Quizás no se ha dado cuenta que vivo en Londres y no en Caracas. En las
ocasiones en que he visitado esa ciudad, he tenido algunas conversaciones
con el Presidente, pero ese es todo el contacto directo que ha habido entre
nosotros. La última vez que le vi fue en Copenhagen en diciembre, pero
literalmente sólo por unos minutos, ya que las “democráticas” autoridades
danesas sabotearon la reunión que estaba prevista con sindicalistas daneses,
en la que yo estaba presente.
Es cierto que el Presidente Chávez en más de una ocasión ha recomendado mis
libros, específicamente Razón y Revolución y más recientemente Reformismo o
Revolución, que, por las citas en su artículo, parece que también usted ha
leído. Este segundo libro contiene una crítica a las ideas reformistas que
defiende Heinz Dieterich. Usted también critica a Dieterich, pero está claro
que lo hacemos desde dos extremos opuestos del espectro político y por
razones totalmente diferentes.
Obviamente, me complace que mis libros hayan sido recomendados por el
Presidente, que es uno de los pocos dirigentes políticos del mundo que tiene
un interés por las ideas y la lectura. Creo que hubo un tiempo en el que
incluso usted leía libros marxistas. Pero asumo que en el pasado más
reciente se habrá sentido más cómodo en la compañía de George Bush, que sólo
ha leído el Primer Libro del Génesis, y ni siquiera lo terminó.
Usted añade que el “*trotsko Alan Woods, […] le ha obligado [a Chávez] a
‘asumir el marxismo y el leninismo’. Woods, aparentemente, le convenció de
que en lugar de seguirse caletreando el pesado ladrillo de Meszaros le salía
leerse el propio clásico de Karl Marx, El Capital, pero, de paso, en una
traducción mejor que la que le regaló Alí Rodríguez*”.
Por supuesto que recomendaría la lectura de El Capital de Marx a cualquiera,
pero nunca he tenido ocasión de recomendárselo al Presidente Chávez. Esta es
una más de las invenciones de su creativa imaginación. Tampoco tiene ninguna
base la afirmación de que yo obligué al Presidente de Venezuela a “asumir el
marxismo y el leninismo”. Cualquier que sepa algo sobre Hugo Chávez, sabrá
que no es fácil obligarle a hacer nada. Usted dice que: “Woods es un
reivindicador del ‘marxismo-leninismo’ y seguramente espera que muy pronto
su pupilo se declare como tal y no como un mero ‘marxista’”.
Presentar al Presidente Chávez como un pupilo mío, o de cualquier otro, es
otro intento de implicar que es un hombre sin inteligencia ni opiniones
propias. Es más, lo que se insinúa es que el Presidente está controlado por
un extranjero. Yo podría responder que la oposición venezolana ciertamente
está controlada por extranjeros… en Washington.
Pero eso es totalmente falso en el caso del Presidente Chávez. Lo cierto es
que tiene opiniones propias bastante fuertes, y no es pupilo de nadie ni se
subordina a nadie. Chávez es un hombre que escucha, lee y aprende. De las
conversaciones con diferentes personas y de sus propias lecturas extensas se
forma una opinión y decide. Rechaza unas ideas y abraza otras.
Sus puntos de vista han evolucionado gradualmente sobre la base de la
experiencia. Lo mismo se puede decir de millones de hombres y mujeres para
quienes los últimos diez años han sido una amplia escuela en la que han
aprendido más que en cualquier otro momento.
Ha habido errores y giros equivocados, pero al final, los instintos
revolucionarios de las masas han demostrado ser un compás firme que apunta
en una sola dirección: la necesidad de un cambio fundamental. Esto es lo que
preocupa a la clase que usted representa.
El tono irónico y jocoso de su artículo es una máscara que esconde una
profunda preocupación por la evolución política tanto del Presidente Chávez
como del movimiento que dirige. Lo que usted no puede entender o aceptar es
que la evolución política de Hugo Chávez sea el resultado de conclusiones
que ha sacado de su propia experiencia de la revolución misma.
El motivo de sus quejas es que Hugo Chávez ha evolucionado políticamente, y
que esa evolución ha sido hacia la izquierda, reflejando el movimiento hacia
la izquierda de las propias masas. Este hecho se puede expresar en el auge y
caída, no sólo de los asesores del Presidente, sino también de los partidos,
dirigentes y tendencias en el movimiento bolivariano. Tales cambios se han
observado siempre en cualquier revolución en la historia. Permítame citar lo
que el gran revolucionario ruso
León Trotsky dijo al respecto:
“*Las masas no van a la revolución con un plan preconcebido de la sociedad
nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir
soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de cada clase tiene
un programa político, programa que, sin embargo, necesita todavía ser
sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas.
El proceso político fundamental de una revolución consiste precisamente en
que esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la crisis social en
que las masas se orientan de un modo activo por el método de las
aproximaciones sucesivas. Las distintas etapas del proceso revolucionario,
consolidadas pro el desplazamiento de unos partidos por otros cada vez más
extremos, señalan la presión creciente de las masas hacia la izquierda,
hasta que el impulso adquirido por el movimiento tropieza con obstáculos
objetivos. Entonces comienza la reacción: decepción de ciertos sectores de
la clase revolucionaria, difusión del indeferentismo y consiguiente
consolidación de las posiciones adquiridas por las fuerzas
contrarrevolucionar ias. Tal es, al menos, el esquema de las revoluciones
tradicionales* .” (Historia de la Revolución Rusa , prólogo)
Estas líneas expresan perfectamente el proceso que se ha desarrollado en
Venezuela durante más de una década. En un primer momento, el movimiento
bolivariano carecía de un programa revolucionario e ideología coherente. No
avanzaba el objetivo de la transformació n socialista de la sociedad, sino
sólo un programa de revolución democrático-burguesa . Sin embargo, incluso
eso era demasiado para la reaccionaria, corrupta y voraz oligarquía
venezolana, que en abril del 2002 organizó un golpe contra el gobierno
democráticamente elegido.
Usted dice:
“*Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de la
URSS; unas ánimas solas que andan buscando patrocinador para seguir
pontificando sobre el ‘marxismo-leninismo’ y ‘la revolución’ desde sus
púlpitos polvorientos y cruzados de telarañas*”. Y luego afirma que el
marxismo y el leninismo son lo mismo que el estalinismo. Por lo tanto, asume
que el sistema que yo defiendo es el que existió en la URSS antes de 1990.
Eso es completamente falso. Si se hubiera tomado la molestia de leer lo que
he escrito en los últimos 50 años, estaría enterado de que nunca he
defendido ese sistema, y que siempre me he opuesto al estalinismo. ¿Acaso
usted puede decir lo mismo
El intento de asociar la idea de una democracia obrera defendida por Lenin y
Trotsky con el régimen totalitario de Stalin y sus herederos es una
distorsión que no tiene ninguna base, ni en la teoría marxista ni en los
hechos. El estalinismo y el bolchevismo son mutuamente excluyentes. Y eso se
puede demostrar de manera simple con el siguiente hecho: para poder
consolidar su dictadura, Stalin tuvo que exterminar a todos los viejos
dirigentes bolcheviques, incluyendo a Trotsky. Un río de sangre separa el
estalinismo del leninismo.
Por lo tanto es bastante divertido leer que “*ni una sola palabra de las que
[Alan Woods] dice contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se jacta
de ser apenas un salmodiador de clichés...*” Usted sabrá, por supuesto, que
todo lo que ha escrito sobre la supuesta identidad entre el leninismo y el
estalinismo es simplemente una repetición de un cliché repetido ya mil veces
anteriormente.
Ciertamente no hay una sola palabra de las que usted profiere que contenga
una idea nueva o renovadora. Es más, lo que dice es falso. En los últimos 20
años, los enemigos del socialismo no se han cansado de repetir la misma
mentira: que el colapso de la Unión Soviética representa el fin del
socialismo (e incluso el fin de la historia).
Pero lo que fracasó en la URSS no era en absoluto el socialismo tal y como
Marx o Lenin lo hubieran entendido. Lo que fracasó fue una caricatura
totalitaria y burocrática del socialismo. El socialismo es democrático o no
es nada. Nosotros defendemos la democracia: una auténtica democracia en la
que los millones de obreros y campesinos, que son la aplastante mayoría en
Venezuela y otros países, tomen control de la gestión de la sociedad a todos
los niveles: de las fábricas, la tierra y el Estado.
Este es precisamente el mensaje en el libro de Lenin El estado y la
revolución, que Chávez citó en la apertura del congreso extraordinario del
PSUV (sin necesidad de que yo le obligara). “*Con esas antiguallas de Alan
Woods no se puede construir una nueva sociedad sino hacer aún más gorda la
tremenda torta que está poniendo Chacumbele. Es como confundir la astronomía
con la astrología o creer que la Tierra es plana*”. Las ideas del marxismo
son “antiguallas”. Disculpe, pero esto no es precisamente una idea nueva ni
renovadora.
Ha sido repetida insistentemente en los últimos 150 años, y todavía se sigue
repitiendo. Uno se pregunta, ¿¡por qué se molestan!? Si el marxismo
realmente está muerto, ¿por qué no dejarle que descanse en paz? ¿Por qué
tanta preocupación por una idea que es una antigualla? Lo que es realmente
una antigualla, señor Petkoff, es el sistema capitalista, la llamada
“economía de libre mercado” que se encuentra en una crisis sin precedentes a
escala mundial. Es suficiente señalar que en este momento los grandes bancos
y las grandes empresas en los EE.UU. y en los demás países capitalistas sólo
sobreviven porque se aguantan en las muletas del Estado.
Se han entregado billones de dinero de los contribuyentes a los bancos,
mientras se afirma que no hay dinero para las pensiones, hospitales o
escuelas. Por cierto, veinte años después de la caída del Muro de Berlín, El
Capital de Marx es de nuevo un éxito de ventas en Alemania.
Evidentemente Alan Woods y Hugo Chávez no son los únicos en todo el mundo en
interesarse por estas “antiguallas”. Y la verdad es que estas ideas ofrecen
una explicación mejor del mundo moderno que las de todos los economistas y
políticos burgueses juntos. Muy gentilmente nos da lecciones sobre cómo
construir una nueva sociedad. Pero la oposición a la que pertenece no está
en absoluto a favor de construir una nueva sociedad. Al contrario, quiere
arrastrar a Venezuela al pasado, desmantelar todas las reformas sociales y
democráticas de los últimos diez años que han dado esperanza a millones de
ciudadanos venezolanos que estaban excluidos, marginados, engañados y
explotados bajo el viejo régimen.
Bajo la falsa “democracia” de la IV República , el pueblo tenía el derecho a
votar por los candidatos de dos partidos que tenían nombres diferentes pero
representaban los mismos intereses de clase –los intereses de un puñado de
familias ricas que consideraban a Venezuela como su propiedad privada–.
¿Acaso hemos olvidado el Caracazo, cuando el gran “demócrata” Carlos Andrés
Pérez ordenó al ejército disparar sobre hombres y mujeres desarmados en las
calles de Caracas?
¿Es esa la nueva sociedad que ofrecen?
Si hay problemas en Venezuela no es porque la revolución haya ido demasiado
lejos, sino porque no ha avanzado todavía suficientemente. Para poner fin al
desempleo, la inflación y el caos hay que expropiar a la oligarquía,
nacionalizar la tierra, la banca y las grandes industrias, para crear una
economía socialista planificada democráticamente.
Es irónico leer hoy las protestas “democráticas” de la oposición venezolana.
Ustedes son los mismos que organizaron el golpe contrarrevolucionar io en
abril del 2002. Si hubieran triunfado, ¿cuál hubiera sido el resultado?
Usted habla de las supuestas ideas “nazi-fascistas” de uno de los supuestos
asesores de Chávez. No conozco las ideas de la persona a la que se refiere,
pero sí estoy familiarizado con los objetivos de los organizadores del golpe
del 2002 para llegar a la conclusión de que su descripción sería más
adecuada si se la aplicara a ellos. Pero eso no lo va a hacer, porque, hasta
la fecha, usted está en un bloque político con ellos. Como dice el
proverbio: dime con quién andas y te diré quién eres.
*Woods pertenece a la Corriente Marxista Internacional
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*Éste es el texto del editorial de TalCual: LOC@DeMia “SOCIALISTA: *
El más reciente asesor político de Chacumbele es un tal Alan Woods, inglés y
trotskista. Desde los tiempos en que el Gran Ideólogo se inspiraba en el
famoso Oráculo del Guerrero, que no mencionó más nunca después que Boris
Izaguirre hizo público que se trataba de una suerte de breviario gay,
Chacumbele ha contado con los más disparatados y contradictorios “asesores”.
Primero fue el argentino Norberto Ceresole, quien terminó botado del país
cuando Miquilena alertó a Chávez acerca de las ideas nazifascistas y
antisemitas de tal “teórico”.
Pero Chacu le compró algo de su quincalla: la idea antidemocrática de la
relación directa del líder con el pueblo, prescindiendo de cualquier
mediación institucional que no fuera la Fuerza Armada. Líder, Pueblo,
Ejército: eso le encantó. Luego fue un charlatán alemán, Heinz Dieterich,
inventor del concepto “socialismo del siglo XXI”, que el tal Woods considera
(y en eso habría que darle la razón) que “tiene una gran ventaja, ¡nadie
tiene la más mínima idea de lo que eso significa!” Lanzado Dieterich al pote
de la basura, no se sabe bien por qué, Chacumbele cogió un sarampión con el
marxista húngaro Istvan Meszaros, traducido por Jorge Giordani. No ha vuelto
a mentar a Meszaros, porque ha acogido como nuevo mentor “espiritual” al
trotsko Alan Woods, que lo ha obligado a “asumir el marxismo y el
leninismo”.
Woods, aparentemente, lo convenció de que en lugar de seguirse caletreando
el pesado ladrillo de Meszaros le salía leerse el propio clásico de Karl
Marx, El Capital, pero, de paso, en una traducción mejor que la que le
regaló Alí Rodríguez. Woods es un reivindicador del “marxismo-leninismo” y
seguramente espera que muy pronto su pupilo se declare como tal y no como un
mero “marxista”.El primer paso fue “asumir” el marxismo y recomendar la
lectura de un folleto de Lenin, El Estado y la Revolución.
Woods forma parte de ese puñado de náufragos que dejó el derrumbe de la
URSS; unas ánimas solas, que andan buscando patrocinador, para seguir
pontificando sobre el “marxismo-leninismo” y “la revolución” desde sus
púlpitos polvorientos y cruzados de telarañas. Ni una sola palabra de las
que dice contiene una idea nueva o renovadora; peor aún, se jacta de ser
apenas un salmodiador de clichés, con la excusa de que la rueda ya fue
inventada y él no va a crear nada nuevo, porque ya todo está dicho en el
“marxismo-leninismo” .
Este –alguien tendría que hacerle el favor a Chacumbele de enterarlo– es un
invento de Stalin (quien, además, le agregó su propio nombre al engendro,
“marxismo-leninismo- stalinismo” , suprimido después por sus herederos), que
no tenía otro propósito que operar como el catecismo dogmático de esa suerte
de religión laica en que se transformó el marxismo en la Unión Soviética y
en todo el casi desaparecido movimiento comunista mundial.
El “marxismo-leninismo” terminó siendo una pesada guaratara ideológica que
los supuestos dueños de la Verdad , los comunistas, lanzaban a las cabezas
que se atrevían a pensar por cuenta propia. Con esas antiguallas de Alan
Woods no se puede construir una nueva sociedad sino hacer aún más gorda la
tremenda torta que está poniendo Chacumbele. Es como confundir la astronomía
con la astrología o creer que la Tierra es plana.
*Firmado por Teodoro Petkoff*
miércoles, 17 de marzo de 2010
Respuesta de Alan Woods: a Teodoro Petkok o lo que es lo mismo una lección particular a la oposición radical que no quiere aprender
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