La Ley Orgánica de Educación en el contexto de la ciudad educadora o ciudad educativa

La Ley Orgánica de Educación en el contexto de la ciudad educadora o ciudad educativa
Mireya Bolett (*)

“Para educar a un niño no basta una escuela, es preciso todo un pueblo, toda una ciudad.”

La LOE promulgada este año por el Presidente Hugo Chávez F, contempla entre los fines de la educación (Art. 15) el compromiso con los valores de la identidad local, regional, nacional. La escuela se constituye como espacio de formación de ciudadanía y de participación comunitaria, para la reconstrucción del espíritu público en los nuevos republicanos y en las nuevas republicanas con profunda conciencia del deber social y con la formación de ciudadanos y ciudadanas a partir del enfoque geohistórico con conciencia de nacionalidad y soberanía, aprecio por los valores patrios, valorización de los espacios geográficos y de las tradiciones, saberes populares, ancestrales, artesanales y particularidades culturales.

Según estas orientaciones la escuela se convierte en el centro del hacer comunitario y lo comunitario se incorpora a la escuela desde sus saberes y compromisos y hace el proceso educativo venezolano consistente con experiencias educativas como la de “Ciudad Educativa” planteada por la UNESCO en 1972 y difundida en el documento “Aprender a ser, la educación del futuro”, ( Edgard Faure y otros), en el cual se hace mención específica “Hacia una ciudad educativa”. Se establece la educación permanente como clave de la ciudad educativa, iniciándose con este documento una reflexión sobre el tema en el ámbito internacional. Paralelamente al pronunciamiento de la UNESCO, se estaban llevando a cabo experiencias culturales y educativas desde los años sesenta, que derivaron a la realización del Primer Congreso Internacional de Ciudades Educadoras en 1990, en Barcelona. Allí se produjo la “Carta de las Ciudades Educadoras”, en la que se declara:

Hoy más que nunca la ciudad, grande o pequeña, dispone de incontables posibilidades educadoras. De una manera u otra, contiene en sí misma elementos importantes para una formación integral (...) La ciudad será educadora, cuando reconozca, ejercite y desarrolle, además de sus funciones tradicionales (económica, social, política, y de prestación de servicios) una función educadora. Cuando asuma la intencionalidad y responsabilidad cuyo objetivo sea la formación, promoción y desarrollo de todos sus habitantes. La ciudad será educadora si ofrece con generosidad todo su potencial, si se deja aprehender por todos sus habitantes y si se les enseña a hacerlo”.

En este marco, se hace inevitable citar a Paulo Freire, pedagogo brasilero, quien en su libro La Educación en la Ciudad (1989) estableció tres niveles de contenido en la ciudad educadora : “el primero: que la educación no puede sólo ser tarea de los profesores, ni de los responsables políticos sino que es, de hecho, una tarea de todos y que la escuela cambia cambiando su relación con los otros: La escuela precisa abrirse a la ciudad y para abrirse a la ciudad tiene que empezar por abrirse a sus alumnos que son la ciudad dentro de la escuela. Segundo : opina Freire que las ciudades educadoras no constituyen la educación en la ciudad sino la educación de la ciudad. Y que, en realidad la ciudad educa educándose a sí misma. Nuestras ciudades no pueden ser ciudades educadoras si no son ciudades educadas, es decir, si no crecen y no se desarrollan de acuerdo con los principios y los valores educativos que queremos inculcar a nuestros niños, a nuestros jóvenes, a los ciudadanos en general. Si la ciudad quiere educar para la democracia tiene que ser democrática. Si la ciudad quiere educar para la belleza tiene que ser bella. Si la ciudad quiere educar para el conocimiento tiene que ser sabia. Si quiere educar para el respeto por el otro tiene que saber respetar a sus habitantes. La ciudad tiene que educar con el ejemplo y no con la lección. La ciudad educa por lo que es y no por lo que quiere que los demás sean. Tercero: opina el autor, que la Ciudad Educadora significa que la función educadora de la ciudad no puede estar sólo confinada al poder de intervención de las autoridades en el campo educativo.

Estas ideas permiten aclarar que la educación cumple una importante función social en relación con el afianzamiento de proyectos de convivencia y desarrollo social.

En la LOE se reconoce implícitamente que la escuela ha perdido presencia en la formación y socialización de los jóvenes, y que necesariamente cohabita con otras instancias comunitarias y culturales que contribuyen a la formación de las personas en aprendizaje permanente independientemente de la edad. Recupera la LOE la noción holística, la totalidad que impide la fragmentación, la acción que no permite que los tiempos de la educación se separen de los tiempos de la vida, de los tiempos del trabajo, de los tiempos de la realización personal; por eso, en la medida en que el sistema educativo se ubica o plantea como el espacio prioritario de la educación, el espacio escolar, el tiempo de la educación parece que quedara reducido al tiempo en el que el estudiante habita la escuela y no es así. Por eso nuestra LOE es una ley de avanzada y ajustada a las necesidades del ser humano contemporáneo, a ese nuevo sujeto social en un país en revolución. Toda la patria –VENEZUELA- debe convertirse en una CIUDAD EDUCADORA en un PAÍS EDUCADOR para transmitir los valores del hombre y la mujer nuevos y eso sólo se logrará mediante relaciones expeditas, de confianza, de intercambio armonioso que puedan obligatoriamente suscitarse entre la escuela y su entorno próximo y no importa si la palabra escuela aparece sólo 9 veces en el texto, pues lo importante es que todos, familia, habitantes, comunidades, se preocupen de convertir los tejidos sociales que se han ido consolidando en las ciudades en espacios cotidianos para la enseñanza y el aprendizaje. A propósito el concepto de ciudad es el que acotó nuestro presidente Hugo Chávez y no el que tradicionalmente usamos para diferenciar lo urbano de lo rural.

*Concejala Municipio Chacao