martes, 22 de junio de 2010

José Vicente Rangel: El partido y el Gobierno (Últimas Noticias 21/06/10, pág. 28.)

1 Un partido político no puede ser una carga para el Gobierno. Tampoco el Gobierno para el partido. Si sucediera, ambos, recíprocamente, se convertirían en rémora. El partido succionaría energía y recursos y viceversa. Sobre el carácter de esta relación nada hay que inventar. Basta recordar lo que sucedió a dos partidos políticos -sin duda con calado popular- que representaron una opción ideológica en el pasado, Acción Democrática y Copei. Uno y otro declinaron su papel en la sociedad, la condición de correa de transmisión entre el ejercicio del gobierno y la colectividad, para convertirse en apéndices burocráticos. En una secreción viscosa de esa relación que los condujo a su extinción y que significó, para los gobiernos a los que estaban vinculados, la pérdida de su asidero popular.
2 La historia no suele repetirse con las mismas características. Por lo general reproduce -quizá para alertar- desaciertos y errores. Alguien decía que oculta, a manera de escarmiento, lo positivo y potencia lo negativo. No es que en las actuales circunstancias que vive Venezuela estemos próximos a que en el Partido Socialista Unido de Venezuela, Psuv, se repita la experiencia de AD y de Copei. Es temprano para afirmarlo, y el país vive un proceso social y político diferente. Pero conviene señalar que hay que mirarse en el espejo de lo que le ocurrió a esas dos organizaciones partidistas, precisamente para impedir que tan dramática situación se repita. Lo mismo hay que recomendar al Gobierno.
3 El Psuv es un partido de masas. Con una caudalosa militancia. Este dato, importante en sí mismo, enciende una primera alarma. La gente accede al Psuv fundamentalmente atraída por su líder máximo, Hugo Chávez, y en menor proporción por el planteamiento ideológico. Es mi punto de vista. Y hay otro factor que contribuye, no se sabe en qué medida, a que haya venezolanos que militen en el partido rojo: el Gobierno. Imposible descartar que el clientelismo político motive inscripción en el Psuv, y quizá por eso la diferencia que en determinadas circunstancias se observa -elecciones, movilizaciones, participación-, entre el dato de los seis millones de militantes y la realidad. Pero nada de esto tendría importancia si existiera un trabajo de concientización de la militancia, de preparación y estudio. Si efectivamente la vinculación Chávez-Psuv atravesara por un proceso de racionalización. Y lo que es más importante, si el Psuv tuviera un protagonismo diario en el seno del pueblo, acompañando a éste en la detección y solución de sus problemas. ¿Existe vinculación verdadera entre partido y consejos comunales? ¿Es el Psuv, ante los problemas que tiene el país, el radar que orienta, el detector que permite asumir la problemática nacional, transferir las angustias populares al Gobierno y actuar en estrecha coordinación con éste? ¿se apoya el Gobierno cotidianamente en el partido? Tengo dudas al respecto, e inquietud por lo que puede significar que el Psuv no cumpla su cometido histórico y que el Gobierno desaproveche la capacidad instalada del partido para profundizar el cambio social y orientar a los ciudadanos. Porque lo peor que puede pasar, a los fines del proceso bolivariano y del avance del pueblo, es que en el Psuv se repita la historia de AD y de Copei.
4 Lo anterior es una alerta. Me parece, por ejemplo, como ya lo señalaba Guillermo García Ponce en un editorial del diario VEA, que si el Psuv y los consejos comunales hubieran estado coordinados con los organismos del Gobierno, manejando información oportuna, seguramente habrían detectado a tiempo lo que pasaba con los contenedores y con muchas otras cosas que a diario suceden a lo largo del territorio nacional.

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